Tasy Dmytriv, la perla de la natación que rompe moldes • dxtadaptado

2022-09-10 14:37:22 By : Ms. shirley Yang

A sus 13 años es una de las campeonas del mundo más precoces. En Madeira ganó un oro en 100 braza SB8, un bronce en 200 estilos SM9 y una plata en relevo. "Me haría mucha ilusión ir a París 2024, cumpliría otro sueño", dice.

Pelo rizado castaño, cuerpo menudo y sonrisa de oro, como sus triunfos. En la piscina brilla al igual que sus ojos azules. Tasy Dmytriv es la nueva perla de la inagotable fábrica de la natación española, una prodigio de 13 años que rompe registros y barreras y que ya sabe lo que es ser campeona del mundo absoluta. En junio resplandeció en Madeira (Portugal) con una presea dorada en 100 braza, un bronce en 200 estilos y una plata en relevos, evidenciando que se ha instalado entre las mejores.

“No me lo esperaba, mi único objetivo era disfrutar, aprender y coger experiencia, así que encontrarme en el agua con estos resultados ha sido algo magnífico”, comenta. Está en plena formación y si su progresión técnica y crecimiento físico no se detienen, se postula a ser una de las referentes mundiales de su generación. En uno de los deportes marcados por la precocidad, son muchos los talentos que emergen a edades tempranas, como es el caso de la almeriense, cuyo sobresaliente bautismo internacional de gran calado invita a soñar con cotas altas.

Se une así a una lista de nadadoras que también brillaron siendo tan jóvenes: Maite Herreras (ganó cuatro medallas en los Juegos de Toronto 1976 con 14 años), Arancha González (oro y plata en los Juegos Mundiales de Stoke Mandeville con solo 11 años), Ana García-Arcicollar (tres bronces en Atlanta 1996 con 14), Déborah Font (oro y bronce en Sídney 2000 con 15), Sara Carracelas (dos oros y un bronce en Atlanta 1996 con 14), Sarai Gascón (campeona del mundo en Sudáfrica 2006 con 14) o Núria Marquès (logró cuatro metales en el Mundial de Glasgow 2015 con 16 años).

Su cara bonancible esconde una madurez impropia para su edad, asimila sin más sus éxitos y vive con normalidad cada episodio de su vida. “Cuando me tiro al agua, solo pienso en divertirme, eso es lo más importante, pero si veo que tengo oportunidad de ganar medalla, voy a por todas hasta el final, soy muy competitiva”, dice. Ya ha compartido piscina con algunas estrellas paralímpicas, rivales que le doblan en edad, y que vieron con asombro el potencial y el descaro que descarga Tasy con sus brazadas.

En el Mundial fue una de las grandes revelaciones, primero se colgó un bronce en 200 estilos SM9 y luego se coronó con un oro en 100 braza SB8, imponiéndose en el duelo ante la irlandesa Ellen Keane, campeona de esa especialidad en los Juegos de Tokio. “Fue un orgullo ganarle, me felicitó. Desde pequeña soñaba con algo así, debutar en un campeonato del mundo y conseguir medalla, así que lo hice realidad”, añade.

Y también subió al podio con una plata en relevos 4×100 estilos mixto 34 puntos junto a Sarai Gascón, su referente. “Ha sido muy bonito nadar con ella, siempre quise compartir una prueba porque es un ejemplo a seguir, me hizo mucha ilusión. Durante el Mundial me sentí muy arropada por mis compañeros de la selección, al ser la más joven del grupo me dieron consejos para que me sintiera tranquila antes competir, les estoy muy agradecida a todos por el apoyo”, recalca.

Recién está empezando y le queda tiempo de cocción, lo saben en la Federación Española de Deportes para Personas con Discapacidad Física y en el CN Mare Nostrum de El Ejido, donde la pulen con mimo y son conscientes de que hay que ser cautos e ir cubriendo etapas. “Todos esperamos que sea una nadadora con una larga carrera, le queda mucho camino. Si la presionamos demasiado, le damos responsabilidades que no le corresponden o nos saltamos niveles, puede pasar que deje de nadar porque ya no le divierta. Hay que ser cuidadosos y gestionarlo bien porque es una niña”, explica su entrenadora, Patricia Prieto.

La preparadora andaluza la descubrió durante un cursillo de natación en Vícar, municipio en el que vive desde 2010 junto a sus padres. Nació en 2008 en Lviv (Leópolis), uno de los bastiones de la resistencia ucraniana en la invasión rusa. “Tenía seis años y José Romacho y yo nos miramos incrédulos. Vimos a una niña muy pequeña colocándose con soltura las gafas con una sola mano -nació sin antebrazo- y siendo la más rápida. No podíamos dejar de mirarla”, recuerda.

Los responsables del Mare Nostrum contactaron con sus familiares, querían reclutarla para su club. “Los monitores nos dijeron que allí se aburría, iba muy por delante de sus compañeros y siempre pedía hacer cosas más complejas. Contactamos con su familia y su madre, Nataliia, me preguntó: ‘¿Es por pena o porque mi hija nada bien?’. Tenía algo especial y lo está confirmando”, añade. En ese momento lo compaginaba con la gimnasia rítmica, pero se decantó por la natación “porque me aporta libertad y alegría, me siento sin presión”.

Tasy también rompe barreras hacia la inclusión ya que es habitual verla competir y coleccionar medallas en pruebas convencionales frente a chicas sin discapacidad. “Es una forma de superarme a mí misma. En alguna ocasión me han subestimado por la apariencia física, pero luego han tenido que callarse al verme nadar”, subraya la almeriense, estudiante de tercero de la ESO y a la que le encanta las matemáticas.

“Sorprende su coordinación, sensibilidad en el agua y la capacidad que tiene para interpretar un entrenamiento, capta lo que se le está pidiendo. También la polivalencia, nada muy bien los cuatro estilos, aunque en la braza destaca más. A largo plazo la veo más versátil de lo que ya es. Y es muy constante y sabe sacrificarse, no es fácil para ella tener que trasladarse cada día a más de 45 minutos de su casa para entrenar, ya que en ocasiones vamos a Berja porque en El Ejido tenemos poco espacio al ser una piscina privada”, detalla Patricia.

Se abre un nuevo horizonte para Tasy Dmytriv tras presentarse ante la élite de la natación con un gran botín. El próximo año tratará de repetir medallas en otro Mundial, el que acogerá Manchester: “Iré con un año más de experiencia, así que a por todas, espero sacar medallas”. Aunque su gran objetivo lo tiene marcado en rojo, los Juegos Paralímpicos de París 2024. El pasado curso logró la mínima para ir a Tokio, pero aún no disponía de la nacionalidad española. “Me haría mucha ilusión, se cumpliría otro sueño”, apostilla.

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