De hoyo en hoyo por tres países - LA NACION

2022-09-10 14:41:39 By : Ms. Mandy Ge

El golfista es una persona que no se queda en su club, disfruta jugando en otras canchas y viaja. Ahora, bajo el sol de la primavera, parece oportuno refrescar la memoria de quienes practican ese deporte, que no es necesario trasladarse a Miami, donde siempre está en vigencia esa posibilidad de andar de hoyo en hoyo por exóticas canchas, donde se ha desarrollado ese tipo de turismo deportivo más que en ningún otro país, con el aditamento de poder adquirir tentadores artículos importados para la casa.

Hay múltiples alternativas más cerca de Buenos Aires, tan interesantes como aquellas de los Estados Unidos y que solamente requieren de un automóvil para cargar la bolsa de palos y el carrito.

Para aprovechar esta variante, sólo se trata de afinar la puntería y combinar lo divertido del golf con el mejor turismo. La elección de las canchas y de los lugares más atractivos depende, obviamente, del presupuesto de cada uno.

El circuito que se propone condensa con fidelidad absoluta toda la magia que encierra el mundo de este deporte e incluye algunas canchas de Entre Ríos (Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Colón y Concordia), dos del Uruguay (Fray Bentos y Rivera) y una del Brasil (Santa Ana do Livramento).

Si el propósito consiste en jugar al golf, sin alejarse de la familia, para ésta hay una enorme cantidad de lugares para conocer en las proximidades de esas canchas. Entre ellos, el Parque Nacional El Palmar y el Palacio San José, residencia del general Urquiza, entre Concepción del Uruguay y Concordia. En Rivera, que limita con la frontera brasileña, funcionan múltiples free shops que venden artículos extranjeros a precios módicos.

En todos lados los restaurantes abundan y los hoteles son confortables. Hay casinos en Gualeguaychú, Colón y Concordia, para alternar con los paseos. Las rutas que conducen a estos destinos están en buen estado, aunque conviene tomar precauciones con el combustible en territorio uruguayo, pues son escasas las estaciones de servicio. Es vital la documentación en orden para cruzar las fronteras.

El itinerario puede adaptarse al gusto de cada uno y según la disponibilidad de tiempo. El Gualeguaychú Country Club y el Fray Bentos Golf Club, próximos entre sí y unidos por el Puente Internacional General San Martín, son ideales para combinar durante un fin de semana, teniendo en cuenta que son los más cercanos a Buenos Aires.

El programa puede extenderse hasta las canchas del Club Universitario en Concepción del Uruguay, al Golf Club de Colón y al Concordia Golf Club. De las ciudades de Colón y Concordia también puede cruzarse al Uruguay por los puentes internacionales General Artigas y Salto Grande, respectivamente, y tras algunas horas de andar en la ruta, llegar a Rivera para jugar en el Club de Golf Cuñapirú y en el Club Campestre de Livramento, en Santa Ana do Livramento. Entre estos dos últimos es escasa la distancia existente.

Una invasión de turistas llega, semana tras semana, para recorrer el corredor del río Uruguay, que baña una porción de Entre Ríos signada por una seguidilla de importantes poblaciones, separadas por enormes extensiones de campo. Los jugadores de golf no son legiones, e indiferentes a todo aquello que no tenga que ver con su deporte enfilan hacia los clubes, en buena medida alentados en que las canchas carecen de la superpoblación de golfistas que acostumbran a ver en las ubicadas cerca de la metrópoli.

El acceso a las canchas mencionadas está habilitado a quienes no son socios e incluso no cuenten con handicap nacional. Es decir que si el interesado no ha logrado aún el swing ideal no le interfiere la posibilidad de jugar.

Un trazado de fairways angostos distingue a la cancha del Gualeguaychú Country Club, par 70, 5738 yardas, próximo a la ciudad. El green fee durante el fin de semana vale 15 pesos, el resto de los días, 10. Casi todos los torneos que se organizan tienen carácter de abiertos. El principal de éstos es la copa Nandubay, que se realizará el 1º y el 2 de noviembre próximo.

No hay marco más agradable para este club que la encantadora fisonomía que le prestan a los fairways la armonía del color de sus árboles, con la suavidad de sus fragancias. Más de un centenar de variedades en cortina custodia los senderos para jugar. Una de las claves en esta cancha consiste en pegar derecho para no aumentar golpes debajo de los árboles. El piso no es el ideal.

El Club Universitario es una de las mejores postales de Entre Ríos al este de la ruta 14, y a 1500 metros de la ruta 139, que lleva al Palacio San José. Green fee, 15 pesos.

Magnífico diseño de Emilio Serra (padre), la cancha cuenta con nueve hoyos, par 71, y ha sido calificada por Roberto De Vicenzo como excelente. Incluso está considerada en los ámbitos golfísticos como una de las mejores del país de nueve hoyos. Alcanza una longitud de 6364 yardas para los 18 hoyos, dentro de un predio de 53 hectáreas.

Se puede disfrutar de bellos lugares que desfilan por los paisajes, en tanto y en cuanto el destino no sea un búnker

Un aspecto relevante de esta cancha es el óptimo estado de mantenimiento en general. Particularmente sus desniveles en el terreno, grandes búnkers y greens de gran tamaño, todo el conjunto custodiado por centenares de árboles, la mayoría coníferas. Dos par cuatro muy largos y un par tres de larga distancia exigen al extremo al golfista. En un mismo hoyo las salidas de la ida y de la vuelta están estratégicamente ubicadas de modo que se describa una perspectiva bien diferenciada del fairway para el jugador.

Los otros deportes del club, rugby, hockey, tenis y fútbol, tambien han crecido como el golf. Los golfistas son alrededor de 120 de un total de 400 socios.

Su actual presidente, Atilio Lugrin, es un ejemplo del entusiasmo y pasión por un deporte que lo obsesiona al extremo de abandonar su lecho de enfermo, donde se reponía de un estado febril, para recibir a La Nación .

Por su parte, Oscar Vazón domina las artes para capitanear el club. Sabe de pastos, insectos, suelos, meteorología, diseño, reglas, etcétera. A fuerza de esa experiencia en la actualidad, es tambien capitán del Colón Golf Club.

Vazón señalará como anécdota que la calidad de los greens de esta cancha se debe a que fueron conservados con panes de pasto cedidos por el Club Atlético de Estudiantes, de Paraná.

Parte de la historia del golf entrerriano está escrita en el Golf Club de Colón, ubicado a unos 15 cuadras del centro de la ciudad homónima. Nueve hoyos distribuidos estratégicamente en un predio de 15 hectáreas, todos con riego artificial.

Su longitud alcanza 5194 yardas, par 68. Cuenta con seis par 3 y dos par 5. El club house es relativamente de reciente data y son inolvidables las milanesas que se sirven en su restaurante. El green fee vale 10 pesos para quienes no son socios.

Retroceder hasta 1982, cuando se comenzó la construcción de la cancha, significa revivir el proyecto ambicioso del entonces intendente Raúl Peragallo de contar con un campo de golf como nuevo e importante atractivo turístico. Desde entonces y hasta ahora aquel monte espeso ubicado a la vera del arroyo Artalaz y muy cerca del río Uruguay se ha transformado sustancialmente y sigue siendo en opinión del actual presidente municipal de Colón, Félix Del Real, un objetivo del turismo deportivo. Un paseo por la cancha permite advertir que algunos greens ubicados cerca de la margen del arroyo le dan una característica especial a la cancha.

El campo está en vías de adoptar un novedoso perfil próximamente, aun cuando no tienen nada que ver con el club, ya que a las instalaciones de una fuente de agua termal para turistas, ubicada próxima a uno de los extremos de la cancha, se sumará próximamente un amarradero para los amantes de la náutica.

Preside la institución Domingo Bizzoto, que está sumergido en un mar de inquietudes por promover el club en función del turismo.

El Concordia Golf Club es una institución con estirpe y tradición golfística desde 1927.

Ubicada a cinco kilómetros de la ciudad, sus 58 hectáreas encierran 18 hoyos (par 71, 6362 yardas), cuyos primeros nueve ostentan el típico entorno de una clara tendencia inglesa, con anchos fairways, largos hoyos y gran profusión de eucaliptos.

Pintorescos ceibos dan el marco al par 3 del hoyo 14 (139 yardas) que castiga con un surco de agua el golpe corto.

Desde el club house se domina todo el predio, donde asoman palmeras plantadas para darle en el futuro un aspecto caribeño a la cancha. Green fee, 20 pesos (caddies permanentes).

La institución cuenta con numerosos socios, muchos de ellos jóvenes golfistas que invaden el campo los fines de semana, aunque según el secretario y el prosecretario del club, Sergio Pico y Estaban Caprarulo, respectivamente, "nadie que venga de visita se va a quedar sin jugar".

El Fray Bentos Golf Club, nueve hoyos, par 71, 5806 yardas, que nació a la sombra del frigorífico inglés Anglo actualmente desactivado, se caracteriza por presentar una superficie con plantaciones no muy altas y ondulada, al cual su diseñador supo darle contornos de cambiantes alternativas. Es el club de golf más antiguo del Uruguay y Mario Demasi, uno de sus directivos, sostiene que "las puertas están abiertas para todos". El green fee vale 10 dólares o su equivalente en pesos uruguayos. El campo data de 1933, aunque fue rediseñado en 1988; ahora es municipal. Aún quedan resabios de la época en que los ingleses poblaban la cancha.

En su club house están colgadas las placas con la inscripción del nombre de los ganadores de los torneos de aquel entonces y cerca de él dos enormes tanques que surtían de agua al establecimiento fabril y que hoy proveen del vital elemento a la cancha.

El Club de Golf Cuñapirú es una sorprendente colección de 18 hoyos (par 72, 6217) recortados a través de una frondosa y antigua arboleda, impregnado de una atmósfera campesina.

El trazado está moldeado en lo que fue un campo de pastoreo, actual propiedad de Uriel do Santos.

Las características del terreno de la cancha son óptimas, al extremo de que no requiere mucho cuidado. Carece de club house, aunque está proyectada su construcción. Los fairways de la cancha son anchos y eso permite acomodar los golpes más descarriados.

Para el actual presidente del club, Miguel López, y el secretario José Federico Díaz, la cancha es una constante preocupación y a ella están dedicados los mayores esfuerzos.

Se realizan torneos con frecuencia, con participación de jugadores argentinos. Informes: 00598-622 3303 y 5071

La fascinación del primer contacto con el Club Campestre de Livramento podría compararse con lo que uno imagina que debe sentir un chico en una gran tienda de juguetes: una especie de éxtasis frente a ese universo de maravilla que en este caso asoma como una cancha de nueve hoyos plasmada en una sierra, con pronunciados desniveles, colmadas de árboles y excelentes greens.

La deslumbrante geografía del Campestre de Livramento convierte al club brasileño en una meca insolayable de todo golfista.

Cuenta con nueve hoyos, par 71 y alcanza 6154 yardas para los 18. Fue el primer club de golf del Brasil. Los hoyos están trazados de modo que algunos se juegan barranca abajo y barranca arriba.

Sus orígenes se remontan a la época en que un frigorífico inglés funcionaba en las proximidades, rodeado de casas construidas en estilo que aún se conservan, en algunos casos impecables.

El club house mantiene esa fisonomía y toda la suntuosidad en sus salones, con muebles y adornos impecables de aquel entonces.

Antes de recorrer la cancha Rubens Mandarino, varias veces campeón de golf de este club, invita a visitar las instalaciones, en las que se distingue una sala colmada de escudos con la inscripción de los grandes campeones.

¿Cuánto vale el green fe? Según Mandarino no se cobra nada, porque "para nosotros es un honor que un jugador de golf desee conocer nuestra cancha".

Una anécdota: en el hoyo dos, el jugador tiene asegurados respetuosos aplausos y cálidos elogios en portugués de su golpe con el drive.

Provienen de los chicos de fincas linderas que suelen esperar el paso de los golfistas por el tee de salida y no escatiman su júbilo, después que el jugador tira, aun cuando lo haga mal, hasta que una moneda llegue a sus bolsillos.

CONCORDIA.- La cita fue en el Parque Nacional El Palmar, ubicado más cerca de Buenos Aires que los otros. El objetivo, admirar algunos de sus antiguos ejemplares, de esos que dicen que tienen 200 o más años, que superan los 12 metros.

Allí estaban las gigantes, con sus hojas que mecía la suave brisa proveniente del río Uruguay. Algunas tenían alrededor de 2 metros de longitud, eran rectas, otras oblicuas.

A los ojos del observador, bajo el sol, los exóticos ejemplares, con tronco de casi medio metro de diámetro, mostraban sus hojas con un suave tono azulado.

El conjunto de palmeras yatay forma parte de uno de los lugares más exóticos de la provincia de Entre Ríos. Conforma un verdadero paraíso de 8500 hectáreas, que protege la población de millares de ejemplares. Está ubicado a poco más de 50 kilómetros de la ciudad de Concordia.

Estos palmares se extendían hasta fines del siglo pasado por gran parte de la provincia de Entre Ríos, Uruguay y sur del Brasil.

Debido a las explotaciones agrícolas, forestales y ganaderas que experimentó la provincia, las especies se fueron extinguiendo casi en su totalidad hasta quedar reducidas sólo al área del parque.

Un camino de ripio impone una marcha lenta y prudente al ingresar en el parque desde la ruta 14. La polvareda que acompaña al principio al vehículo será una constante durante toda la visita.

Numerosos caminos para vehículos y senderos peatonales surcan el parque. Cuenta con restaurante y un centro de interpretación e información sobre aspectos naturales e históricos. Este funciona desde las 8 hasta las 19.

Una dotación de guías especializados está disponible para acompañar a los turistas en cabalgatas y en la práctica de trekking.

Uno de los paseos más divertidos es recorrer en silencio los senderos, para identificar a través de los sonidos las distintas aves y observar, también, las huellas de animales. Es ideal una caminata nocturna para descubrirlos en su hábitat.

También hay un sector destinado a la práctica de deportes náuticos y a la pesca. Otros sectores están ocupados por campamentos provistos de servicios sanitarios, muchos de ellos promovidos por colegios privados de Buenos Aires.

No será extraño que en la zona de camping se vean vizcachas y lagartos. Más dificil, pero posible, es el avistaje de zorros , carpinchos, ñandúes y hasta jabalíes. Con prismáticos pueden observarse numerosas aves, entre los que es frecuente ver pájaros carpinteros, cardenales, cotorras, etcétera. El restaurante ofrece menú a la carta y un plato con bebida incluida oscila entre 10 y 12 pesos. Se preparan menús para excursiones por valor de 4,50.

Que solamente algunas islas del Caribe cuentan con arenas blancas es tan cierto como que Colón exhibe entre sus mejores atractivos las mismas bondades en sus playas bañadas por el río Uruguay.

En la orilla se dispone de balnearios, campings y hoteles preparados para descansar.

Una de las zonas más atractivas es el parque Quirós a la sombra de los árboles que dan a la ribera. Está abierto todo el año y se permite instalar carpas.

A orillas del río existe la posibilidad de un baño en las aguas termales que han completado la característica turística de esta ciudad Colón mantiene un intenso intercambio con el Uruguay por medio del Puente Internacional General Artigas. Al país vecino cruzan lanchas y otras embarcaciones por el río, constituyendo una de las excursiones más agradables la que tiene por destino la ciudad de Paysandú.

RIVERA.- A la geografía que dibujan las canchas de golf, se suman Santa Ana do Livramento y Rivera, dos ciudades gemelas. La primera corresponde al Brasil y la otra al Uruguay. Se dice que es una frontera única porque son las dos más hermanas del mundo.

Se confunden usos, costumbres, familias, idiomas en un modo de vida tan especial que se la considera también la frontera de la paz. Todo, en tanto y en cuanto no salga a relucir la rivalidad futbolística entre uno y otro país.

Es difícil establecer en cuál de los territorios uno se encuentra, excepto cuando en el centro que aglutina las dos urbes, se divisa la plaza que las divide con banderas de ambos países. Alrededor, el movimiento de gente y tránsito es intenso al mediodía como si se estuviera en un sector del microcentro de Buenos Aires.

En los alrededores una geografía de sierras guarda recónditos paisajes que se aprecian a simple vista desde la ruta 5.

En el sector de Rivera funcionan varios free shops, donde puede adquirirse desde un televisor hasta un perfume, pasando por una corbata. En los negocios, la moneda corriente son los pesos uruguayos y reales. Se aceptan los argentinos en algunos casos y todas las tarjetas de crédito.

Los comercios abren a las 8.30. Del lado uruguayo tambien funciona un casino, además de modernos hoteles, numerosas confiterías y restaurantes, centros nocturnos y teatros.

El sector brasileño no es tan tentador para las compras en virtud de que la conversión de su moneda no favorece actualmente a los argentinos.

La más famosa tradición culinaria uruguaya, el asado, puede encontrarse en los restaurantes de Rivera; igualmente la herencia italiana se refleja en la preparación de pastas y pizzas.

Se recomienda realizar un city tour histórico de las dos ciudades y visitar alguna fazenda brasileña.

CONCEPCION DEL URUGUAY.- El inventario de anécdotas del Club Universitario comprende a una casuarina de más de 10 metros de altura que caracteriza el dogleg del hoyo siete, pues está algo separada de una hilera de árboles y dificulta el juego en el fairway. Algunos jugadores no lo superan con su tiro de salida y sostienen que el árbol está mal ubicado y debe ser suprimido. Quienes lo pasan y pueden efectuar el segundo tiro frente al green aducen que el árbol está bien plantado. Ese es el motivo de la discordia constante.

Un día fue invitado a jugar Roberto De Vicenzo y, de hecho, fue considerado algo así como un juez para discernir sobre la cuestión. No se pronunció al respecto, pero más adelante en la revista de la Federación de Golf del Litoral, el maestro dio su veredicto: "En primer lugar, sostengo que cuando se planta un árbol hay que esperar por lo menos una década para que lleguen eventuales cuestionamientos a su ubicación. Sacarlo, en cambio, es mucho más fácil..."

"Momentáneamente pienso que el árbol está bien colocado. Seguramente, dentro de 10 a 15 años, con un mayor crecimiento del mismo, la polémica se renovará. Entonces, alguien más inteligente que yo llegará a concepción del Uruguay y tomará una decisión sensata. Mientras tanto, les recomiendo a aquellos que aún no pueden pasar ese obstáculo por ahora inaccesible, que practiquen con entusiasmo y utilicen todo su ingenio para cambiar de opinión cuanto antes."

GUALEGUAYCHU.- Con alma carnavalera, esta ciudad entrerriana se vuelca a la apacibilidad de sus calles, dominadas por la avenida de las Palmeras, mientras aguarda pacientemente la llegada de la fiesta del Rey Momo.

Una amplia y confortable gama de servicios turísticos funciona igualmente durante todo el año a orillas del río Gualeguaychú donde la práctica de los más variados deportes náuticos se suma al ocio y a la recreación.

La costanera y el Paseo del Puerto son los escenarios de la movida nocturna de la ciudad. Igualmente el casino, cuya entrada los hoteles la entregan gratis si se aloja como huésped. El Parque Unzué, de agreste vegetación, es ideal para el picnic, pesca, aerobismo y caminatas. Son 100 hectáreas de extensión de variadas especies arbóreas.

En los galpones del puerto se desarrollan los acontecimientosa culturales, como la Feria de las Colectividades, la quema de muñecos, kermeses, desfile de carrozas estudiantiles y el Carnaval del País.

Este, que se realiza en el sambódromo, hizo trascender la ciudad a nivel nacional e internacional, con sus comparsas, que atraen millares de turistas los fines de semana de enero y febrero.

Respetuosa de su pasado, la ciudad aún conserva su arquitectura antigua y posee varios museos, entre ellos el Solar de los Haedo, la construcción más vieja de la urbe.

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